
La Ciudad Rosada de Petra en Jordania es uno de los conjuntos arquitectónicos más fascinantes de los construidos por el hombre en épocas pretéritas. Forma, junto a las pirámides egipcias un tándem que debiéramos de visitar si queremos conocer de la verdadera historia humana. Es el lugar más visitado del país y las fotos, los videos o cualquier otro sistema de reproducción no ofrece la impresión que ofrece al visitarla.
Petra hunde sus raíces más profundas en la prehistoria de la zona, siendo los Nabateos los que construyeron esta fastuosa ciudad en los estrechos cañones de roca hacia el año 500 a.C., convirtiéndola en su capital.
Se convertiría la capital Nabatea en ciudad comercial de especias, seda e incienso, controlando las rutas de Arabia hasta Palmyra, en el desierto de Siria. Los monumentos que conocemos en la actualidad de Petra son de esta época de esplendor comercial.
Los Nabateos no solo construyeron Petra, proveyeron a la zona del líquido de la vida, el agua, a través de un sistema de conservación de aguas y presas para recoger el agua de lluvia del invierno. Se repartía el agua por toda la ciudad gracias a un sistema de tuberías y conductos de terracota.
En el siglo I d.C., Pompeyo conquistaría el reino nabateo, permitiéndoles vivir con un régimen de autonomía. Ya en el 106 d.C., Trajano se anexionó toda nabatea y nombro a Petra la capital de la Arabia Pétrea. De esta época data la tumba al estilo nabateo en Petra para el gobernador Romano de Arabia., Sextius Florentius (127 d.C.).
Varias tumbas y templos Nabateos se convirtieron en Iglesias, a la vez que se construían otras, cuando el cristianismo llegó a Petra hacia el año 300 d.C. El terremoto del año 511 devastó la riqueza comercial de Petra, despoblándose paulatinamente y siendo conocida como “ciudad pérdida” solo por los árabes del lugar.
La rescató del ostracismo histórico el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt, quien la encontró en 1812 en su camino de exploración de zonas interiores de África, cuando le hablaron de la ciudad perdida de las montañas. Tras el suizo no se perdió la perspectiva histórica de Petra y las visitas a la misma se sucedían en el tiempo. En el mismo siglo XIX el poeta John William Burgon le escribió un poema llamado “Petra”.