Los monasterios de Bucovina, en el norte del país, cerca de la frontera con Ucrania, son una visita imprescindible en un viaje a Rumanía. Ocho de ellos, Arbore, Humor, Moldovita, Patrauti, Probita, Suceava, Sucevita y Voronet, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, soliendo visitarse también, el Monasterio de Putna.
El mejor lugar, para empezar la ruta, es Cimpulung Moldovenesc, pudiendo realizarse también desde la localidad de Suceava, la cual, queda algo más alejada.
Arbore, es el más pequeño de todos. Los expertos, atribuyen su construcción a un boyardo, por sus grandes ventanas, y su ausencia de torre. Otra gran diferencia, con el resto de monasterios, es la prevalencia del verde, en vez de los tonos azules, característicos del resto.
El Monasterio de Humor, fue promovido por el canciller Toader Bubulog y su esposa, siendo realizado, en honor a la Virgen. Por primera vez, se realizan innovaciones en estas construcciones, como un lugar secreto, o el atrio, abierto a tres lados. En el exterior, podemos ver frescos que hablan sobre la vida de los apóstoles, la Anunciación, o el juicio final. También podemos ver una representación de agradecimiento a la Virgen María, por salvar la ciudadela de los persas.
También encontramos una pintura, donde el diablo, se muestra como una mujer bromista. En el siglo XV, se instaló en el monasterio, un taller de miniaturistas y calígrafos.
Moldovita, fue construido donde había un monasterio de madera, y un santuario de piedra. Está dedicada a la Anunciación. En el interior, podemos ver escenas del juicio final.
Sucevita, cuya iglesia está dedicada a la resurrección, presenta una síntesis entre el arte bizantino, y el gótico. En sus pinturas, se nos ofrecen imágenes de la vida de los santos en el exterior, donde podemos observar, la excelente conservación de las pinturas. Destaca sobremanera, la escalera de las virtudes, donde podemos ver la Ascensión de las almas al cielo, o su caída al infierno, según corresponda.
Voronet, fue edificada en menos de 4 meses, para conmemorar una victoria contra los turcos de Stefan cel Mare, posee, sin duda, los frescos de mayor calidad, destacando sus fondos, pintados en el famoso azul de Voronet. En una de sus escenas, observamos, como los que se dirigen hacia la salvación, visten ropas típicas moldavas, mientras que los condenados, llevan el típico turbante turco.
Patrauti, es una iglesia pequeña, en la que podemos ver la cabalgada de la Santa Cruz, clara referencia contra los otomanos. Probota, cuyos frescos han sido restaurados recientemente, y Suceava, uno de los primeros monasterios decorados con frescos en su exterior.
Por último Putna, que si bien no está considerado Patrimonio de la Humanidad, merece una reseña. En él, encontraremos la tumba, de Stefan cel Mare, príncipe de Moldavia entre 1457-1504.