
Budapest es una ciudad majestuosa y, afortunadamente, no tan explotada como otras capitales europeas. Es fácil moverse por ella, entablar conversación con sus habitantes y es llamativamente económica, ahora que el Forint, su moneda, está más barata. A todo esto, suma puntos el hecho de que conserva con orgullo sus costumbres y, a pesar de los intensos bombardeos sufridos durante la guerra y los años de comunismo que vivió, ahora saca provecho de lo atractiva que resulta y muestra al mundo todo su encanto. Si bien es cierto que aún quedan vestigios de sus momentos más deprimidos, la ciudad en pocos años se ha cargado las pilas, renovando su oferta hotelera, ofreciendo una animada vida nocturna, con bares para todos los gustos, y abriendo un extenso abanico de restaurantes dedicados a la cocina de fusión húngara. De todo lo que fue y de todo lo que ocurrió quedan vestigios, pero lo han sabido adaptar muy bien hasta convertirlo en su reclamo turístico.
A nosotros nos encanta como alternativa a Praga, pero con menos turismo y bastante más económica, teniendo en cuenta que son ciudades diferentes. Se dice que el húngaro es un idioma tan complicado que quienes lo hablan son más inteligentes, y nos inclinamos a pensar que esto es cierto cuando visitamos alguno de los muchísimos (y en algunos casos, alucinantes) balnearios y termas que hay, incluyendo el de Gellert, donde se rodó un conocido anuncio de yogures, o el de Széchenyi, no menos impresionante, pero el más frecuentado por los lugareños.
Budapest vive en los márgenes del río Danubio, y tiene dos partes, Buda, en el margen derecho, y Pest, en el izquierdo. El río marca la vida de la ciudad, que es muy extensa y con un centro poco marcado, en la que viven menos de 2 millones de personas.
A pesar de que Hungría es parte de la Unión Europea, no es parte de la zona Euro. Su moneda es el Florín, y su cambio en los últimos años oscila entre los 260 y los 320 Florines/Euro. En los últimos tiempos está en uno de sus niveles más favorables para quien tiene euros, y los precios en Budapest para alguien que haga vida de turista están entre un 15% y un 25% más económicos que los que se encuentran en una ciudad española grande.
Hay infinidad de cosas que se pueden hacer cuando se viene de visita. Nosotros pensamos que el mínimo necesario para hacerse una idea son tres noches, aunque en un fin de semana se ven los sitios más destacados y da tiempo a disfrutar en un spa, salir a cenar y tomarse un gulash, típico guiso de carne. Hay muchas actividades culturales, incluyendo una gran cantidad de conciertos de música clásica y dos festivales de música pop en verano, el Balaton Sound en Julio, en un enorme lago a una hora de Budapest, y el Sziget, en Agosto, en la propia Budapest.
Otro de los atractivos de Budapest es su vida nocturna; al contrario de la mayoría de las ciudades europeas, no hay apenas limitación de horarios a bares y discotecas, y en algunas de las que hemos visitado nos dijeron que cerraban cuando se iba el último cliente.